miércoles, 9 de diciembre de 2015

LA RAZÓN HUMANA


El intelecto humano trabaja con dos atributos muy saludables. Uno es la curiosidad, nuestra atracción innata hacia lo desconocido. El otro es el escepticismo, nuestra atracción natural hacia la certeza. Ciertamente, al estar el intelecto enamorado de la certeza, cuando nos dedicamos a razonar nuestro intelecto nos pide ser rigurosos, claros, auténticos. Es por esto que un científico apasionado tiene un compromiso serio con la verdad. Yo pienso que una de las más grandes virtudes en un científico es la honestidad de preguntarse repetidamente qué es verdaderamente lo que él entiende, y qué no.
Me maravilla ver cómo a veces la ciencia puede ser tan bella, tan elegante y sofisticada, cuando nace desde este lugar dentro del ser humano que está profundamente enamorado de lo desconocido y de la certeza. No hay nada de malo en la ciencia o en la mente humana. Sin embargo, sí hay algo severamente enfermo en el poner toda nuestra confianza en el intelecto humano. Esto equivale a un empequeñecimiento del Ser Humano.
En primer lugar, la ciencia tiene debilidades. El conocimiento intelectual y la ciencia en general se sostienen con muchos supuestos e interpretaciones debatibles. Si uno se pone a investigar en profundidad, se puede ver que en la mayoría de los argumentos de la ciencia económica, por ejemplo, existe una zona gris, sujeta a ambigüedad.
Son creencias debatibles, más que hechos científicos, los que sustentan la base intelectual de la organización de nuestra sociedad. El buscador riguroso de la verdad está consciente de que, sin excepción, el razonamiento científico siempre contiene una disposición, una voluntad, a creer en algo.
¿Por qué es así? Primeramente, el razonamiento lógico sólo puede ser aplicado a una parte separada de la realidad a la vez, pero nunca al Todo. De manera de investigar cualquier objeto, la ciencia supone explicita o implicitamente una serie de creencias respecto de todo lo demás, a lo cual el objeto está sin lugar a dudas relacionado.
De hecho, lo desconocido siempre forma parte del razonar, querámoslo o no. En la ciencia convencional, existe la convicción de que lo desconocido puede hacerse a un lado, de modo que el razonamiento intelectual puede sostenerse por sí mismo. Pero en verdad lo conocido y lo desconocido siempre están danzando juntos. No pueden ser separados. Es más, el misterio de la vida es tal que, tan pronto como nos damos cuenta de algo que antes no sabíamos, simultáneamente reconocemos que lo desconocido es más inmenso de lo que pensábamos. Lo desconocido es como un gigantesco y salvaje océano flotando en el universo que nunca podría ser conquistado por nuestro entendimiento.
El razonar es intrínsicamente imperfecto e ineludiblemente incompleto porque es lineal, y el universo no lo es. La ciencia o la razón pueden usarse para defender cualquier verdad que uno desee. No intento ser despectivo al decir "cualquier verdad". Lo que quiero decir es que realmente es posible usar la ciencia o la razón con seriedad, con honestidad, con sofisticación para defender cualquier postura. Por eso que las discusiones desde la razón rara vez logran cambiar de postura a sus participantes. ¡Un uso serio y ético de la razón no garantiza un uso saludable!
Sin importar que tan brillante o bien intencionado, el entendimiento intelectual siempre reduce la Verdad. Estar consciente de esto hace que el razonar sea una experiencia más hermosa y menos pretenciosa. La verdad completa no puede ser alcanzada exclusivamente con la razón. La verdad completa solo puede experimentarse con la mente del espíritu. En la mente del espíritu, la comprensión es sin lenguaje y completa.


Abrir la mente humana a una más alta fuente de sabiduría, manteniendo el rigor y la seriedad para buscar la verdad, permite un entendimiento de las capacidades y límites de la mente humana. Para este fin, es útil considerar dos formas de inteligencia, masculina y femenina -ambas presentes tanto en hombres como mujeres.
Es difícil definir las diferentes formas de inteligencia: masculina, femenina y la inteligencia en la mente del espíritu. Al definirlas -una tendencia típica de la inteligencia masculina en sí misma-, el riesgo es separarlas en objetos diferentes y ponerlas en cajas rígidas. En realidad, éstas no son absolutamente separables y más bien se supone que trabajen juntas. Yo espero que el lector pueda darse cuenta, en un lugar dentro de su mente que está más allá de la razón lógica, del significado de estas formas de inteligencia.
La inteligencia masculina se refiera al uso lógico, analítico y lineal de nuestra mente. La inteligencia femenina se refiere al uso misterioso, intuitivo y circular de nuestra mente. Más allá de la mente humana existe una mente más elevada (¡pero dentro nuestro!) que puede ser llamada la mente del espíritu, cuya inteligencia no tiene límites y no requiere del uso de palabras. Cualquier ser humano tiene la oportunidad de acceder a la mente del espíritu en ciertas ocasiones. 
Un uso saludable de la mente humana requiere saber las virtudes y limitaciones de las diferentes formas de inteligencia. Sin embargo estas virtudes y limitaciones son ampliamente ignoradas en nuestra sociedad. En consecuencia existe un desequilibrio en el uso de la mente humana, con un sesgo avasallador hacia la inteligencia lógica masculina.
La inteligencia masculina tiende a separar las partes del todo. Aún cuando esta manera de entendimiento puede ser útil en muchas ocasiones, el todo es más que la suma de las partes. En otras palabras, cuando el entendimiento se hace lineal, lo esencial puede perderse. A veces es más sabio mirar al "todo en su totalidad". La capacidad para hacer esto es femenina.

El poder del razonar se expande cuando las inteligencias masculina y femenina se usan en equilibrio. Estamos más cerca de la verdad cuando lo desconocido es reconocido como tal, e integrado en el proceso de razonamiento. Integrar a lo desconocido en realidad quiere decir integrar a lo sagrado. En lugar de ser un individuo aislado refleccionando sobre la "otredad", ser quizás una neurona conectada a los millones de neuronas de la mente del universo.

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