¿Es una buena señal que al fin los economistas se abran a
otra disciplina como la sicología?
¿Acaso el hecho que estas ideas lleguen al mainstream
significa un "avance" en la ciencia económica?
¡NO! Para nada! En un fundamental sentido voy a argumentar
que no.
A quien quiera investigar un poco más acerca de este campo
recomiendo este linky wikipedia. La nota del premio a Thaler en la universidad de Chicago aquí.
En un sentido, es un campo sumamente atractivo porque te
invita a reflexionar de qué maneras sistemáticas el comportamiento humano
tiende a ser no racional; y a la vez te invita a considerar qué es exactamente
el comportamiento racional.
Como introducción al tema, menciono brevemente dos ejemplos de
comportamiento no racional.
(1) Las
personas sufren más cuando pierden lo que ya tienen, que lo que disfrutan ganar
algo de equivalente valor que antes no tenían. Se le puede llamar aversión a
perder, o un sesgo en la disposición a perder, versus la disposición a ganar.
Hipotéticamente, si alguien con aversión a perder compite con alguien que no
tiene este sesgo, la persona sin sesgo a perder tendrá más chance de ganar en
el largo plazo. Por eso que se le considera comportamiento no racional.
(2) Inconsistencias entre las decisiones de largo plazo que
uno toma (por ejemplo dejar de fumar), y las decisiones en corto plazo. Modelos
de neuroeconomía, por ejemplo, explican que una parte del cerebro es la encargada
de planificar a largo plazo, y otra parte diferente se enfrenta con las
decisiones inmediatas, en el aquí y ahora. Matemáticamente, se consideran tasas
de descuento intertemporal hiperbólicas, lo cual en simple español quiere decir
un sesgo desproporcionado por el futuro inmediato versus el futuro lejano. De
manera tal que decisiones que uno planifica con antelación, llegado el momento
uno las cambia sistemáticamente, generando inconsistencia de naturaleza
irracional en el comportamiento.
Valga mencionar que cada vez que existe un comportamiento
irracional, adentro de la narrativa de nuestra ciencia moderna, existe a la vez
algo que corregir. Es decir, la mirada de que si fuese posible rectificar tu
comportamiento a lo racional, tu mismo te harías más feliz. Por ejemplo, en el
segundo caso, si hubiese una fuerza externa, alguna autoridad que te obligase a
mantener tus decisiones de largo plazo para no sucumbir a las tentaciones del
corto plazo, serías más feliz. (Claro que eso supone que la felicidad tuviera
más que ver con la mente que planifica que con la satisfacción inmediata, algo
que por supuesto es debatible).
Una serie de implicancias son interesantísimas de
reflexionar.
Un primer punto fundamental es que el comportamiento no
racional es visto, a lo largo y ancho de este campo de la economía, como una
debilidad, como algo a superar; y que a medida que la humanidad progrese en su
inteligencia nuestro comportamiento se hará más y más cercano al comportamiento
racional. “R. Thaler fue galardonado con el Premio Nobel de Economía por
clarificar la forma en la que debilidades
humanas como la falta de racionalidad y autocontrol pueden afectar los
mercados” (elfinanciero.com.mx, la negrita es mía). El comportamiento racional
es por tanto un ideal.
Un segundo punto fundamental es que se presume que el
comportamiento racional en efecto existe, lo cual es a lo menos discutible. Si
uno se detiene un poco, se da cuenta que es sólo una abstracción, algo que se
conversa intelectualmente mientras te tomas un café con galletas en un
seminario, y que tiene sentido solamente adentro de una narrativa acerca de la
realidad. ¿Cuál narrativa? La narrativa reduccionista que asume tercamente que
existe una realidad objetiva. Esto no es más que una creencia cultural. Sumamente
pesada por cierto, pero sigue siendo creencia cultural. No es una verdad de la
vida. La verdad de la vida es muchísimo más escurridiza e irreducible a
entendimiento meramente intelectual. Así como la realidad objetiva no existe,
tampoco existe el comportamiento plenamente racional, ni siquiera como ideal.
(Este tema da para mucho y quizás tenga que escribir más sobre esto más
adelante; por ahora espero expresar un panorama, una mirada que libere. Para
una comprensión más profunda ver el post relacionado La Razón Humana).
Bajo la idealización del comportamiento racional, es
justificable aplicar políticas públicas que rectifiquen el comportamiento de
las personas. La lógica sería que las personas necesitan mecanismos que corrijan
su comportamiento para llevarlas a su propia mayor felicidad, cosa que no
logran por si mismas debido a su inteligencia limitada. Naturalmente, aquí nace
la sospecha ética (y fundamentada por la mala reputación de los gobiernos a
diestra y siniestra), de permitir que una autoridad de gobierno “mejore” las
propias decisiones libres de las personas, por mucho que éstas atenten contra
su propio bien. En todo caso, ¡ello ya está ocurriendo! Por ejemplo en las
políticas que obligan a mostrar en cajetillas de cigarros los efectos terroríficos
para la salud. Quizás ello ayude a las personas que en efecto deciden no fumar
más, pero les cuesta muchísimo mantener su decisión.
Similarmente, con o sin los conocimientos específicos de
economía y sicología, las empresas ya están ocupando explícita o implícitamente
las debilidades irracionales de los consumidores para atraer su consumo. No es
ninguna novedad, lo novedoso sería que ahora disponen de ingeniería más precisa
para sus programas de marketing gracias a Thaler (no creo sea su intención). Quizás
algún lector esté pensando en este momento: “tenemos que mejorar la
racionalidad de la gente para que los estrategas de marketing no saquen
provecho de su debilidad”. ¡Nada más alejado de lo que quiero expresar!
En el ejemplo (1) que mencioné más arriba, acerca de la
aversión a perder, quisiera hacer una observación interesante, que espero rompa
esquemas. Si tienes una aversión a perder, tienes dos caminos posibles.
Estudiar intensamente el paradigma racional, y la economía del comportamiento,
(“recomiendo” estudiar un doctorado en economía para ello), de manera que
desarrolles tanto tu entendimiento de tu racionalidad e irracionalidad que
mediante el control sobre ti mismo “superes” toda irracionalidad en ti.
Un segundo camino posible, es que tal vez tienes un anhelo
exagerado por seguridad, y por ello te pierdes oportunidades de ser más feliz.
Tal vez tienes una baja tolerancia a los cambios, sencillamente tienes miedo.
Puedes elegir sentir tu miedo, y liberarlo a través del sentir. ¿Cuál camino
prefieres? ¿El primero de la razón y el control sobre ti mismo? ¿O el segundo
de la libertad y sinceridad de sentir lo que sientes? En mi experiencia, el
segundo camino te lleva más lejos.
Una observación más profunda todavía y que da para mucha
reflexión, es el hecho de que los científicos que observan y modelan el
comportamiento irracional de las personas, son (ilusoriamente) plenamente
racionales en su observación. Sus observaciones, hipótesis, teorías, su manera
de escribir, su manera de conversar, su contemplar per sé, se sitúan plenamente
en el idealizado paradigma racional. Mismo que es posible mientras toman café y
comen galletitas en seminarios. Nótese tamaña contradicción: observar lo
irracional en la realidad, desde una narrativa racional abstracta es decir
irreal. Sería más “razonable” observar lo irracional desde su misma narrativa
realista irracional.
Thaler le dijo al comité de premios (theguardian.com) que
“planeaba gastar el dinero del premio irracionalmente”. Qué interesante chiste.
No sé si Thaler realmente quiso decir esto, pero cualquiera se alegraría al
recibir un regalo de mucho dinero que efectivamente fuese tan inesperado, que
te diera permiso, licencia para ser irracional, para no calcular, para
relajarse, para descansar. Para celebrar la vida. Porque en cambio con todo lo
normal del mundo convencional vivimos bajo el peso, bajo la exigencia de ser
racionales. Con nuestro sueldo hemos de ser racionales y planificar a largo
plazo, asegurar nuestra vejez y el futuro de nuestros hijos, etc. Cosas que te
dan tranquilidad, cierto, pero que toman un esfuerzo de uso de la razón, que si
somos honestos con nuestra alma humana, detestamos. Si “tuviésemos permiso”, jamás
quisiéramos vivir la vida racionalmente. Ya sé esto que digo tiene muchas
implicancias para discutir y reflexionar. Me encantaría cubrirlas todas pero
tendría que escribir toda la semana.
Por esta fundamental razón el premio de la academia sueca NO
es una buena noticia: no se ha cuestionado la idealización del comportamiento
racional, sino que al contrario, se ha fortalecido. El reconocer la falta de
racionalidad en las personas, se hace solo con la programación de que algún día
el comportamiento humano se vuelva racional. A nivel cultural, no hace más que
reforzar el esfuerzo de la gente por mejorar la racionalidad de su
comportamiento. Un grave error para quien le interese la libertad y la
felicidad. De hecho resulta hasta atractivo, gracias a las observaciones de
economistas del comportamiento como Thaler, darse cuenta las variadas maneras
en las cuales nuestro comportamiento es débil, irracional, y dedicarse a
hacerse más racional en la vida.
Ciertas características de los economistas del
comportamiento como investigadores sí que son interesantísimas. En este
sentido, sí, este premio Nobel señala buenas noticias. Características propias
de niños, y muy raras en economistas convencionales: su habilidad para
distraerse de la tarea asignada, un sentido de maravillarse, una tendencia a
hacer preguntas vergonzosas, y una desconfianza de las ideas de los adultos
acerca de cuáles asuntos vale la pena pensar y cuáles no (bloomberg.com). Esto
sin duda es el camino del gozar la belleza de la mente, de pensar lo
desconocido. El único problema con ello es que cuando el pensador se llena
mucho de pensamientos que le fascinan, ya no admite un cuestionar profundo. Más
bien que, ante tanta fascinación, fácilmente olvida cuáles son los pensamientos
que están en la base de todo el resto de su pensar. De tal manera que le
costará mucho trabajo (volver a) considerar nuevas miradas (verdaderamente
nuevas).
La pasión de mis entrañas es cuestionar la validez del
paradigma racional. No solo por su falsedad o lo absurdo que es. Sino más que
nada por la infelicidad que enfrasca nuestras vidas mientras depositamos la
confianza de nuestra alma en la razón. Por otra parte, disfruto como cualquiera
la belleza del pensar, y las sorpresas que nos depara la vida sin importar el
camino que elegimos. Por ejemplo, ojalá la economía del comportamiento sirva
para que la gente deje de fumar. Bienvenido sea incluir en tu cuenta de
electricidad, el valor del consumo promedio de electricidad de tus vecinos, de
modo que ello induzca a la gente que consume mucho a consumir menos (este es un
ejemplo de idea positiva de este campo de la economía).
Bienvenido también que los pensadores piensen mucho y
demasiado, en exceso, se fascinen y glorifiquen en sus logros. Ningún problema
y ninguna crítica a ellos. Tarde o temprano, cuando hayan saciado su intelecto,
su propia alma les pedirá una sabiduría más sublime.